El manejo absoluto del lenguaje es una capacidad que no todos tienen, ya que cuenta con miles de recursos que enriquecen el habla. Entre los elementos más importantes están los refranes populares, que son frases reveladoras de un acervo cultural y la identidad de una sociedad que se mantiene viva en la memoria.

Como piedras preciosas del pasado, los dichos hacen referencia a una tradición pura y genuina de otras generaciones que se encargaron de transmitir esta esencia. Se trata de una historia que ha dejado una huella imborrable dentro de nuestra propia trayectoria, tanto personal, como grupal.

Aunque no lo creas, un refrán te ayuda a entender esas raíces que te identifiquen y te diferencian de los demás. Seguramente, algunos de esos dichos coincidan en varios lugares del mundo, pero quizás cambie la forma de decirlos, las palabras que se emplean y el momento de expresarlos. Esto dibuja una frontera que habla de un personalidad.

En este sentido, cuando se utilizan estas píldoras de conocimiento como parte del discurso, se abre una puerta a la historia que nos define y a esas costumbres que nos fueron inculcando desde niños. Y, sin darnos cuenta, aplicamos estas dosis de sabiduría para aconsejar, reírnos de una situación, resumir una anécdota o hacer advertencias.

De esta manera, se puede decir que los refranes populares se vinculan con precisión a los sentimientos, positivos o negativos. Por esta razón, para los oradores conocer el significado de cada uno de ellos es tan importante, para que haya coherencia entre el pensamiento y lo que nace de una palabra.

Los refranes populares ayudan a resumir una situación y contribuyen a la comprensión de una narración. El uso apropiado de estos pequeños fragmentos de inteligencia es un poder que elevará a grandes niveles el vocabulario. Así que descúbrelos y contarás con una herramienta valiosa.

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